jueves, 21 de enero de 2010

Efecto mariposa: lo que puede provocar un pequeño aleteo

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Por las tarde escucho en Radio Uruguay am 1050 un programa titulado EFECTO MARIPOSA. Conducido por Daina Rodriguez y Alberto Gallo, el programa se desarrolla a partir del comentario de una novela, una pelìcula, un libro, una canciòn. El tema de hoy fue el ùltimo libro de Oriana Falacci, escritora y periodista italiana fallecida en el 2006, "Un sombrero lleno de cerezas". Entrevistaron a la traductora, Isabel Prieto, y resultaron sumamente interesantes sus comentarios acerca de la tarea del traductor, bien difìcil, por cierto. Los grandes, como por ejemplo Borges, aprendieron varios idiomas para poder leer los originales de los autores de su interès. Y muchas veces (màs de las que debieran ser convenientes) me pasa que no puedo valorar una determinada obra porque su traducciòn es de pèsima calidad. En la pròxima vida lo tendrè en cuenta y tratarè de aprender varios idiomas, incluyendo el español con toda su riqueza.
En el comentario de la obra de Falacci surgiò la inquietud por conocer màs acerca de una de las actividades desarrolladas por Oriana: la de corresponsal de guerra. Los conductores del programa se comunicaron, entonces, con un corresponsal de guerra del diario Clarìn (Argentina) y , ademàs de contar sus experiencias, dejò un mensaje para todos y en particular para los jòvenes sobre lo tremendamente doloroso de las guerras y alentò a forjar una sociedad en la paz. El efecto mariposa movilizò de esta manera, las màs diversas àreas de la mente humana, desde la imaginaciòn hasta la sensibilidad.


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http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/25976/Fragmento_de_Un_sombrero_lleno_de_cerezas

se publica un fragmento del libro de Oriana Falacci, de 863 pàginas.

De ahì extraigo un pequeño trozo, como para que se despierte la curiosidad y deseen, como yo, saber màs. Es de destacar que el libro ademàs de relatar la forma de vida de una familia italiana de la època, relata una parte de la historia de Italia, desde antes de ser Italia hasta èpocas recientes.

Pero existían más motivos por los que, a simple vista, Caterina parecía la mujer menos indicada para Carlo. El primero obedecía al hecho de que, al ser huérfana de madre desde pequeña y al tener tres hermanos que aún estaban solteros, es decir, al pertenecer a una familia compuesta sólo de hombres, se había criado como un chico ella también. Cavaba mejor que un hombre, montaba mejor que un mulero, conducía una calesa mejor que el cochero, y, si hacía falta, blasfemaba. Todo lo contrario a la mujer con la que soñaba Carlo mientras recitaba el Cantar de los Cantares. El segundo motivo, consecuencia del primero, radicaba en los escasos deseos que le inspiraba la idea de procrear. Para un franciscano terciario, el único motivo que autoriza a suspender de vez en cuando la castidad conyugal. «Si los hombres quieren hijos, ¿por qué no se los hacen ellos solitos? ¿Por qué tenemos que ser las mujeres las que nos tiremos nueve meses con el barrigón y sufrir los dolores del parto?». El tercero, claramente indicado por el primero y el segundo, además de por los malos modos con los que trataba al bueno del párroco y de los detalles que ya conocemos, era su mal genio. O mejor, su total rechazo de las reglas, de cualquier norma que se le impusiera. Como las que exigían respetar las leyes suntuarias, por ejemplo.
Oriana Falacci, Un sombrero lleno de cerezas

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